viernes, 14 de mayo de 2010

Despertar

Siento que los ojos me acaban de nacer, que arañan con sus manitos de ojos la placenta de mi madre cara, que lloran y gimen. Me da un golpe de luz entre las cejas, la primera violencia del día, la primera falta de aire. Subo mi cuerpo como si volviera de un infarto, torciendo el pecho y contrayendo los brazos, sostengo un bostezo torcido y desparramo una mirada al mundo que me rodea. Mal que mal, intento inventarme una oscuridad de párpados cerrados, para pasar el rato.
De a poco desaparece la niebla del despertar, y se van disolviendo en el aire las telarañas de la mañana.
Bienvenime al mundo, te digo, cuando aparecés con un mate. Desdúdame, decís con una sonrisa que ilumina. Después camino unos pasos sonámbulos y te alcanzo y te acaricio con un beso la mejilla.

Así, despertar, es un trabajo que vale la pena.